Mi mundo está cambiando. Quiero compartir con vosotros lo que pensaba hace unos días y luego dejaba anotadas unas reflexiones en lo que viene a ser mi cuaderno digital para preparar estos boletines semanales. Reconozco que en ocasiones improviso porque no me queda más remedio. Esta vez no es así. Poco a poco voy tejiendo un proceso para ordenar mis ideas y las capturas que quiero compartir con los que me leéis cada semana. Que, por cierto, gracias a los que lo hacéis, y gracias a los que lo enviáis a otros, y gracias a los que me mandáis mensajes de apoyo. Gracias.
Hoy quiero compartir con vosotros algo que estoy seguro que a todos nos ha pasado. Nos sentiremos identificados. Algunos, aludidos. Quiero escribir sobre el interés no correspondido. Lo habrás vivido de cerca, en persona, en algún momento de tu vida. Yo lo he vivido en innumerables ocasiones. Ya sé cómo se siente. Me lo conozco de memoria. Y aún así, mi yo emocional siempre termina tropezando con la misma piedra. No aprendemos.
Produce desconcierto, nos sentimos muy confundidos. No sabemos muy bien qué hacer. Tampoco identificamos si lo que no ocurre, pero que tendría que ocurrir, según nuestras expectativas e ilusiones, se debe más a lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer, o a lo que la otra persona desliza. No lo sabemos por más que pongamos todo nuestro empeño, por más que oremos a la mayor de las divinidades. No hay manera.
Podemos recibir alguna respuesta por parte de la otra persona. La comunicación que anhelamos llama a nuestro timbre. Lo logramos. Nada más cerca de que nuestro interés se haya visto correspondido. Muy lejos. Lo que recibimos no nos satisface. Mejor hubiera sido que todo permaneciera en silencio, que de esta manera nuestra esperanza podría seguir jugando con nuestros sentimientos. El palo con la zanahoria, las luces filtradas por aquellos arbustos que veíamos por aquel camino.
Nos sentimos desesperados. Cualquier gesto, por simple, y positivo, que sea lo tomamos con una gran triunfo. La victoria. Yo me sentía como Sherlock Holmes tratando de descifrar un gran enigma, como Houdini tratando de desvelar un truco o como los esquimales, que quieren trazar caminos gracias a las señales que deja la nieve, y que corren, a prisa, para que esas señales puedan interpretarse, antes que todo vuelva a convertirse en polvo.
Lo intentamos. Que no quede. Que no se diga. He vuelto a tocar el piano y el otro día pensaba que cuando nuestro interés no es correspondido es como cuando estamos frente al piano y no sabemos muy bien qué es lo que tenemos en nuestras manos. O todavía peor, cuando tocamos, pero ni siquiera sabemos lo que estamos tocando. Nada. Perdidos en un mar de teclas blancas y negras, todas ajenas a nuestros sentimientos, a nuestro conocimiento.
La cuestión es que todos hemos estado a un lado y al otro. Sería injusto negarlo. Que falta de empatía cuando nos toca el lado de la pista donde el sol brilla, deslumbra y ciega con toda su fuerza. Allí es cuando nos sorprende la indiferencia, la ignominia a la que nos vemos sometidos. Pienso, solo pienso, que la empatía brilla por su ausencia. La empatía es una palabra vacía de contenido, de significado, cuando nos vemos sometidos al capricho del destino más desinteresado e injusto que existe.
No podemos hacer nada. No podemos manipular. No podemos controlar los actos y pensamientos de los demás. No debemos. Lo único que podemos hacer es resignarnos frente a las fuerzas que no gobernamos. Lo único es aceptar lo que viene dado. Cero resistencia. Nos queda Paris, y nos queda ocuparnos de nuestros sentimientos. De nuestra vida. Eso, nuestra vida.
No os aburro más con mis historias, mejor pasar a una mejor vida, y compartir con vosotros lo que ha sido mi semana cultural, la última para coronar el mes de marzo, el mes que igualé la edad de Brain.
🍿 Películas
Perdición. Billy Wilder. Me puse ayer con esta película porque era una de las que incluía Garci en la lista de un libro que adquirí hace poco y que luego os compartiré. Wilder siempre ha sido uno de mis directores preferidos. Tengo dos colecciones que me acompañan desde que estaba en el colegio. En esas colecciones nunca estuvo la película que capturo en este viaje. Hacía tiempo que no la veía y me ha vuelto a encantar. Es muy diferente a otros trabajos del propio Wilder. Es cine negro puro, como el chocolate. Todo el aroma puede cambiar tu mundo. Los planos se sobreponen a cada cual mejor. Por eso, y por mucho más, podrías verla. Está en Filmin.
📚 Libros
Our Betters. Las mejores películas. Promovido por el programa de radio Cowboys de medianoche. Es el libro del que os hablaba. No tiene más que listas y algún que otro texto. Lo he comprado porque soy seguidor del programa y porque las listas están de moda y a veces hay que subirse al carro. Os compartiré solamente la lista de Garci ya que he hablado de ella. A ver qué os parece.
Palabras del Egeo. Pedro Olalla. Mañana subiré el podcast con Pedro. Sobre el libro, solamente puedo tener palabras agradables. Es uno de los libros más bellos que he leído últimamente. Podéis escuchar el podcast y decidir si os vale la pena, aunque ya puedo intuir vuestra elección.
Sapiens Top Model. Modelo existencial integral para nuestro equilibrio vital. Xosé Gabriel. Lo he empezado esta semana porque tengo podcast con el autor la próxima semana. Ya os iré contando.
🎨 Pinturas
Edward Hopper. Nighthawks. Tenía pendiente esta captura desde diciembre que es cuando nos llegó el cuadro a casa. Lo observo cada día y me encantaría que el mundo fuera como una película en la que Mia Farrow penetra en las historias de las películas que tanto ama. Hooper, un cinéfilo, que trabajó durante mucho tiempo en la confección de carteles para películas, nos regaló esta obra, entre otras, en la que dibuja una atmósfera típica del cine negro. Y es que el propio, Wilder, sí, el director que tanto me gustaba, se inspiró en esta pintura para la película que os capturaba al principio, Perdición. Veis, amigos, que todo está relacionado. Desafortunadamente, no puedo meterme dentro del cuadro. No puedo. Pero si pudiera, puestos a dejarnos llevar por la imaginación, ese regalo, me sentaría a la derecha del hombre que nos da la espalda. Un par de asientos a la derecha. Tendría que llevar sombrero, como la mujer de mi newsletter “Callejeando”, y trataría escuchar el silencio que impera en en lugar, porque Hopper es eso, es soledad, silencio, y luz, una luz que no llega a ser, pero que está y que brilla con una fuerza que solo los daimones pueden percibir.
Y así llegamos al final de otra emocionante edición de esta newsletter. Si no te gustó el contenido, no se lo recomiendes a tu peor enemigo. Pero si disfrutaste de esta edición, nos vemos el viernes con "Callejeando" y el próximo lunes con "Mi Viaje Cultural".
Gracias por acompañarme en este viaje.
Alexis Piquer