Mi viaje cultural #4
Una newsletter para no intelectuales
La semana pasada escuchaba por doble una razón por la que dejábamos de ser niños. Sí, el momento exacto en el que pasamos de la edad de la inocencia a la etapa más consciente de nuestra vida.
La primera referencia no la tengo. No la recuerdo y tampoco apunté su fuente. Sin embargo, con la segunda fui algo más diligente. Fue en la película de Garci, “You’re the one”, cuando el profesor del pueblo dice que «uno deja de ser niño cuando deja de saltar por encima de sus sombras».
No es la primera vez que me topo con frases de este estilo. Y tampoco es la primera vez que se queda cara de tonto. No creo que con una frase tan simple como esa podamos determinar un momento tan amplio como el paso de la infancia a la adolescencia. La vida está llena de recovecos por los que transitamos sin saber muy bien hacia dónde vamos. Me cuesta pensar que podemos determinar un momento con un simple gesto como el de juguetear con nuestra propia sombra.
Tengo un amigo que dice que dejamos de ser niños cuando se nos agota el depósito de la imaginación al entretenernos con nuestros más queridos juguetes. Existe, por lo que se ve, un preciso instante en el que agarramos nuestro último muñeco y notamos que eso que estamos haciendo no tiene sentido y que ya nada volverá a ser como antes.
La vida es como un tren que viaja a través del tiempo, dejando atrás estaciones llenas de recuerdos y experiencias. En una de esas estaciones, solíamos ser niños inocentes, saltando por encima de nuestras sombras y jugando con juguetes que nos parecían mágicos, aunque más tarde perderían su sentido. Allí, también construíamos castillos con la misma facilidad con la que soñábamos con volar, sin saber que algún día tendríamos que enfrentar la dura realidad del mundo adulto (lo del valle de lágrimas y todo eso). Aunque esa estación ha quedado atrás en el viaje de nuestras vidas, siempre recordaremos con cariño los momentos de alegría y fantasía que vivimos allí. Y yo me pregunto: ¿Volveremos a saltar por encima de nuestras sombras?
Ahora bien, dejando atrás la estación del pasado, quisiera compartir con vosotros mis cinco capturas de la semana. La primera captura es el libro de Andrés Moret, “Una vida de repuesto. El cine de José Luis Garci”. El jueves pasado estuve charlando con Andrés acerca de la primera parte del libro, el cine de Garci, la vida del propio director y su vertiente más humanista. La conversación se alargó más de lo esperado y tenemos otra cita para este viernes para acabar de charlar sobre la totalidad de su filmografía.
Por ello, la segunda captura no puede ser otra que gran parte de las películas de José Luis Garci. En la newsletter pasada ya os compartí algunas de las que me puse a ver y que no había visto todavía. Ahora, me gustaría comentar algunas de sus películas que se insertan en otra época. Así, por ejemplo, “Historia de un beso” y “You’re the one”. También, su andadura por el cine de género, el cine negro, con la famosa trilogía de “El crack”, “El crack dos” y, por último, “El crack cero”.
Si al principio hablaba del abandono de la infancia, en “Historia de un beso” hay un momento en la película en la que el protagonista, Alfredo Landa, habla de la vejez de la siguiente manera:
«Lo malo de la vejez es que llega sin avisar, un día cualquiera, de repente... A cada uno la decadencia le viene de manera diferente. Lo malo de la vejez, querida Andrea, es que se sale uno de su época, aunque se cree que se sigue viviéndola...
Se vive en un tiempo anterior. Tu tren se va retrasando minuto a minuto. Aparentemente, aceptamos un mundo que es un mundo nuevo, lleno de curiosidad por todo, en continua evolución; claro que lo aceptaría, pero no podría incorporarme a él: seguro que la música que a usted le gusta no es ya la que me gusta a mí; o, si todavía lo es, el momento en el que nos gustaría escucharla o el volumen ya no coincidirían. Y eso iría pasando con todo, y yo admitiría de buen grado, tal vez con algo de melancolía, sus proyectos, sus aficiones, sus entusiasmos, pero no podría adueñarme de ellos, hacerlos también míos.
Nuestros tiempos están confundidos. Usted piensa que no hay atrás ni adelante, solo hoy, pero ese, su hoy, será mi ayer. Y en ese ayer yo tendría celos de su hoy, de su verdor, de su energía, de su juventud, y la odiaría a todas horas, y al final terminaría haciéndole la vida imposible, como siempre hace el amante cuando descubre que el ser amado ya no corresponde a su amor. La idea de que usted pudiera asistir a ese espectáculo no es que me avergüence, me paraliza».
Por otro lado, en “You’re the one”, la película favorita de Andrés Moret, gira en torno al amor en su más amplio sentido. La película termina con una reflexión de Orfeo a Juanito en la que le dice:
«Me parece que esto que nosotros sentimos ahora se llama amor, y es la emoción y el misterio más grande, Juanito, el más grande que vivimos las personas, y además, fijate, no tiene límite de edad. Es como la risa, el dolor o la esperanza, o ser de tu equipo de fútbol».
La semana pasada regresé al cine tras prácticamente dos semanas sin ir debido al programa intensivo con el cine de Garci. El viernes me escapé a ver “Almas en pena de Inisherin” de Martin McDonagh. Me gustó, pero no me entusiasmó. Me pareció entretenida, surrealista, y que habla de cosas muy humanas como la soledad, la amistad y la necesidad de alejarse de lo viejo para alcanzar algo nuevo.
La cuarta captura es acerca de una serie, que como comenté en mi newsletter de presentación, me dio pie a llamar ‘capturas’ a estos apuntes de mi viaje cultural. La serie, para los que no estéis al corriente, es “This is us”. Podría definirla como una montaña rusa emocional que te conduce a un viaje lleno de giros inesperados, lágrimas y mucho, pero que mucho, drama familiar. Es como si los creadores de la serie se hubieran preguntado: "¿Qué pasaría si tomamos todas las emociones humanas posibles y las mezclamos en una coctelera?". La respuesta es "This is Us". Siguiendo la vida de la familia Pearson, la serie trata temas profundos como la identidad, la paternidad, el amor y la pérdida, pero sin dejar de lado los momentos divertidos y absurdos que ocurren en la vida cotidiana. Recomendable si quieres pasarte la tarde llorando sin saber muy bien porqué.
La última captura de esta semana es un cuadro del Museo del Prado, “Doña Juana la Loca” de Francisco Pradilla. Os dejo mis rápidas reflexiones frente a la pintura:
Es un ejemplo de romanticismo centrado en la figura de la mujer heroína rodeada de sentimientos de tristeza, melancolía y, por qué no decirlo, locura. Aunque la locura debe interpretarse según los cánones de la época. No podemos trasladar los conceptos que tenemos hoy en día de salud mental a la época de entonces.
Lo que más me impresiona del cuadro son los rostros. Juana es la protagonista en el centro de la imagen. Su mirada solo tiene una dirección hacia su esposo que reposa dentro del féretro. Esos ojos son los ojos más tristes que uno puede ver en esta sala del Prado. Son ojos que a parte de tristeza recogen mucho de locura.
Es como si tratara resucitar a su esposo. Ella todavía creía que no estaba muerto. O eso decían las malas lenguas. Cuántas almas enomardadas hubieran dado su vida para volver a abrazar a su amor perdido.
Por lo demás, todos los rostros apuntan a Juana o son consecuencia de Juana. Los rostros miran a Juana con cierta desesperación porque no están muy conformes con lo que están haciendo. Hay desesperación y aburrimiento. Mucho aburrimiento. Pasan frío y están cansados. ¿Son víctimas de la locura o del amor?
Bueno, queridos, ha llegado el momento de decir adiós por esta semana, pero antes de que os vayáis, quiero retaros a compartir esta newsletter con cualquier persona que se cruce en vuestro camino.
Nuestro objetivo es llegar a los 1000 suscriptores, porque ¿quién no quiere ser parte de una comunidad exclusiva como la nuestra
Además, si logramos alcanzar esa meta, prometo ampliar la información de las anteriores publicaciones, y creedme, tengo muchos secretos guardados en mi manga (o en mi teclado, en este caso).
Nos volveremos a encontrar el próximo lunes. Os dejo una foto como imagen de esta entrega. La foto la tomé en enero de 2023 en Madrid.
Alexis Piquer